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En un laberinto de colores, sabores y sensaciones

El Gran Bazar de Estambul –Kapalıçarşı en turco– es uno de los mercados más grandes y antiguos del mundo. Sus orígenes se remontan al año 1461 cuando el sultán Mehmed II –quien conquistó Constantinopla en 1453– ordenó su construcción como parte de un proceso de creación de nuevos servicios en la ciudad.

Ubicado en la parte europea de Estambul, hoy el Gran Bazar tiene cerca de 3.000 puestos en los que se pueden comprar especias, cerámicas, joyas, dulces, alfombras, artesanías, pipas de agua, cueros, telas bordadas y antigüedades, entre otros artículos. También cuenta con una variedad de cafés y restaurantes donde probar productos típicos y hacer una pausa luego de recorrer el amplio recinto.

Extendido sobre un área de 45.000 m2, este legendario mercado es un gran recinto cerrado formado por 64 calles techadas y 16 patios. Durante muchos años, los pasillos se organizaban por gremios, es decir, por el rubro al que se dedicaban los vendedores. Sin embargo, hoy en día esta tradición solo la respetan los joyeros, los comerciantes de alfombras y de cueros. El resto se distribuye indistintamente en todo el espacio lo que propicia un escenario en el que artículos de calidad se intercalan con suvenires y baratijas. En total, en el Gran Bazar se ofrecen más de 12.000 productos lo que evidencia la amplia variedad de artículos que se pueden comprar y la inmensidad del lugar.

Considerado una de las principales atracciones de Estambul, el Gran Bazar es punto obligado de visita para los turistas que llegan a la ciudad. Pero no solo los extranjeros transitan día a día la estructura laberíntica del antiguo mercado. También los locales inundan las calles techadas del recinto en busca de todo tipo de productos. Al igual que en sus orígenes, hoy el legendario bazar sigue siendo el centro comercial más importante de la ciudad.

Según estadísticas, cientos de miles de personas vistan el Gran Bazar diariamente. Regatear es moneda corriente –de hecho es una tradición en todo Turquía- por lo que los vendedores esperan, y no encuentran irrespetuoso, que los visitantes reclamen un precio menor por los productos que allí venden.

Nos guste o no hacer compras, si viajamos a Estambul no podemos dejar de visitar este famoso y antiguo mercado que rescata la esencia y atmósfera de la ciudad.

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