Su abuela fue la primer persona que hizo despertar su pasión por la cocina. Una mujer de campo originaria de la región de Lanaudière, Canadá. Tenía una huerta inmensa y cocinaba los mejores platos típicos de la cocina tradicional canadiense-francesa.
También su madre tuvo gran importancia porque siempre se interesó por las diferentes culturas del mundo y llevaba a la casa productos exóticos que se encontraban ocasionalmente en los mercados, como kiwis, palta, coco fresco y tofu entre otros; además producía sus propios brotes a partir de semillas de soja o de lentejas.
Pero la mayor influencia en la pasión por la cocina fue y es su esposa. Uruguaya de origen, pero que ha vivido en Israel, México y Canadá, y sin dudas estas experiencias influyeron mucho en el desarrollo de su gusto culinario. Junto a ella, Gabriel ha trabajado en varios restaurantes franceses y en diferentes hoteles de Montreal, la ciudad más cosmopolita de la provincia de Quebec. Oportunidad que aprovecharon para explorar la cocina del mundo.
La cocina es algo sumamente sensual y no hay nada mejor como compartir los sabores con una persona querida, reflexiona Gabriel.
Experiencia
Gabriel es Biólogo, o sea que posee una formación académica científica, y considera su formación en cocina, la cual desarrolló de forma paralela, como totalmente autodidacta. Todo empezó a sus 18 años de edad cuando entró como bachero en el restaurante francés Yoyo. Recuerda que se apuraba para terminar sus tareas y así poder ayudar en cocina donde se preparaban diversos platos que le causaban fascinación. De hecho, logró integrar rápidamente el equipo de cocina y empezó a aprender con avidez de sus compañeros. Luego trabajó en varios restaurantes de cocina francesa (L’Entrepont, Les Héritiers, L’Ambiance, Luca-Bianca, Parreira Catering) y a los 23 años de edad tuvo la primer cocina a cargo en el restaurante La Prunelle. En esa época concurría una o dos horas por día a la biblioteca municipal a leer libros y revistas de cocina francesa para aprender, buscar ideas e inspirarse. Después, entraba en su “laboratorio”, o sea, a la cocina y experimentaba para desarrollar una cocina que fuera propia y única. Sus conocimientos científicos, en biología y química, sumaron mucho a la hora de entender cómo generar sabores, tanto como sus viajes por América del Sur y Europa, que también aportaron significativamente a su gastronomía.
Actualmente Gabriel está liderando un emprendimiento, que define como hermoso, en Plaza Zabala: café y restaurante Úrbani. Como chef-propietario cada día es un nuevo desafío, desde las compras en el mercado modelo hasta la mesa. Todo un esfuerzo de creatividad que le permite ofrecer cinco distintos menús ejecutivos cada día, y además considerar que es un trabajo absolutamente apasionante.