Cada 14 de abril y desde el año 2016, cuando INAVI (Instituto Nacional de Vitivinicultura) estableció esa fecha como Día del Tannat en nuestro país, lo celebramos con una copa en alto.
En Hasparren (Bajos Pirineos, Francia) un 14 de abril del año 1819 nacía Pascual Harriague, un inmigrante vasco que se convertiría en uno de los protagonistas de la vitivinicultura nacional y en el responsable directo de la presencia de la cepa Tannat en nuestro territorio. Harriague llegó al Uruguay en 1838 y se estableció en Salto. En el año 1870 introdujo la cepa Tannat desde Concordia, Argentina, unos de los pocos rincones del planeta donde aún sobrevivía después de la Filoxera (pulgón de la vid) que arrasó con los viñedos del viejo mundo.
Bien plantada
La variedad Tannat es originaria del suroeste francés, de Madiran, pero se adapto muy bien a las condiciones de nuestro terroir, y hoy en día, es cultivada en todas las regiones del país. También nuestros enólogos se han adaptado a la cepa y han evolucionado en el diseño de los vinos. A lo largo y ancho del territorio, el vino Tannat posee marcadas diferencias entre sí, y a la vez, denota características comunes y típicas de la cepa.
El vino Tannat es para el asado, es un mariage ideal y celebrado desde siempre en nuestra tierra. Pero la verdad es que hoy existe un Tannat versátil, capaz de maridar con una variedad importante de platos. Existe un Tannat para el aperitivo, para la pasta y el pescado, para la pizza y el postre. Es cuestión de saber buscar o preguntar a quien sabe, es también cuestión de gustos y sobre eso ya sabemos que no hay nada escrito.
Les recomendamos la nota del siguiente link en la entrevista que le realizamos al somm. Pablo Dotta hace un tiempo para profundizar los conceptos de nuestra cepa insignia.
Texto: Sergio Gómez
Fotos: alacarta