Reencontrándome con Massini por Mercedes de Castro

Fue una linda cosa, en el fin de este otoño cálido de 2015, recibir la convocatoria de ALACARTA.COM.UY para colaborar con notas sobre temas, que combinen vivencias vinculadas directa o indirectamente a la gastronomía, a la enología, a la vida y muerte de lugares vinculados a los mismos; y la afición por viajar y recorrer lugares con historia e historia de lugares con comidas que despierten historias y sentidos que luego alimenten recuerdos.

La vastedad de pequeños detalles que podemos relacionar en este ejercicio de conocer, conectar y comparar, teniendo como hilo conductor la experiencia del comer y beber, es realmente a veces difícil de abarcar. Pero estar atento, y entrar sin prejuicios a comer a un restaurant nuevo y también a recorrer lugares ya conocidos, siempre puede ser motivo de nuevas reflexiones sobre un mismo lugar, visto desde otra perspectiva.

He tenido el deseo, la voluntad y la suerte de viajar desde hace años, por motivos diversos. Y mi Meta fue al principio, irme a Europa, como a la fuente, al encuentro con la historia y la cultura occidental, cuna de mis ancestros hispanos e italianos. Cada vez que vuelvo a ir, lo siento como un placer renovado.

La última vez que estuve en Barcelona, caminando con una amiga apasionada total de la gastronomía, entramos a una confitería famosa, pues su Maestro Pastelero, había sido premiado en los últimos meses con el Premio al Mejor Pastelero en España. Allí, en un lugar chico, bien decorado, había solamente algunas mesas para dos, la redonda, la clásica de mármol, dónde algunos clientes degustaban mini postres, algunos con café, con té, y otros, con una copa de cava.

Miré la vitrina de postres, inmaculada, y traté de elegir alguno que no conociera. Anunciaban con especial dedicación, el postre que había sido premiado. Y allí vimos, al lado del premiado, uno de los postres más uruguayos, el viejo y querido Massini, cortado en un formato un poco más grande que el que servimos aquí.

Me fui directo a preguntar el nombre, curiosa y tentada de decirle a la chica que nos atendió, que el postre aquí en Uruguay, era muy conocido.

-Hay quienes afirman que su origen es italiano, y que el postre lo hizo un repostero en honor al tenor, Angelo Massini-.

Aquí en Montevideo fue popularizado por Carrera, confitería dónde mi abuela lo compraba y lo traía a casa los sábados de tarde, junto con una ensaimada rellena, a veces de crema chantilly, otras de crema pastelera, siempre espolvoreada con azúcar impalpable. Esta delicia mallorquina, la podemos comer en Barcelona y en Baleares también, por supuesto.

Su receta, con ingredientes básicos de la pastelería, como son la crema, los huevos y la masa para bizcochuelo, se encuentra con facilidad, y su ejecución es relativamente simple. Hay alguna versión que le agrega una capa de chocolate con crema.

Me encanta encontrar estos productos cuando viajo y poder hacer la conexión, que es el testigo más fiel de una cultura gastronómica heredada y viva, uno de muchos, presente de confitería en confitería, y de confitería a bar de esquina montevideano.

Mercedes de Castro

Formada en Licenciatura de Historia en la Facultad de Humanidades, trabajó en la Colección Nacional y Departamento Técnico del Museo Nacional de Artes Plásticas.

Empresaria en el área de turismo y hotelería, donde ha puesto siempre especial énfasis en la gastronomía.
Su formación como crítica gastronómica y su sensibilidad para interpretar las manifestaciones culturales le permiten realizar una crónica con diversos enfoques de los lugares que visita. Estas experiencias la llevaron a conocer sitios que son la Meca de la cocina mundial.

Viajera incansable, le apasiona relacionar en sus viajes la historia, el arte, la naturaleza y el buen comer.
Es a través de la practica de deportes como la pesca con mosca que ha viajado a lugares recónditos que le han permitido conocer aspectos únicos de la cultura gastronómica de los distintos pueblos.

Foto: Sergio Gómez