La vorágine y la intensidad de una cocina es inimaginable. El movimiento, el estrés, los ruidos y los gritos espontáneos quedan a espaldas de los comensales que ansiosamente esperan sus platos. El trabajador de la cocina lo sabe y lo disfruta, de otra manera sería imposible poder soportarlo.
Saben que es probable que tengan que quedarse más horas de lo acordado para cumplir con su tarea, todo para dejar al comensal con ganas de más, así poder irse tranquilos con la idea de que la tarea fue cumplida…
Esta serie de fotos tomadas en la cocina del restaurante Rara Avis intenta transmitir la pasión con la que día a día viven los trabajadores de la cocina.
Fotos: Manuel Mendoza